Las grandes celebraciones oficiales de este pasado 2 de agosto
nos obligan a preguntarnos qué ha pasado. Para empezar, hemos visto a
dirigentes comentar con satisfacción que ya no se habla del día del Indio, ni
del Campesino, como si esas fueran nominaciones peyorativas… Pero más allá de
lo que tal o cual dirigente pueda decir, vale la pena reflexionar sobre el
significado de la fecha.
En la memoria de la mayoría la fecha es importante porque
recuerda la Reforma Agraria del 53, pero ¿por qué se escoge el 2 de agosto para
promulgar la Reforma Agraria? Porque era el aniversario de la fundación de la
Escuela Ayllu de Warisata (en 1931). Y ¿por qué Avelino Siñani y Elizardo Pérez
escogieron esa fecha para poner en marcha su nunca igualado proyecto educativo?
Porque se recordaba la insurrección aymara de Jesús de Machaca (en 1921) contra
el Estado neocolonial…
Por tanto, podemos hablar de una evolución histórica del 2 de
agosto y nos encontramos que su primera significación tenía que ver con la
lucha de nuestros pueblos originarios contra la república mal fundada en 1825
(y que seguimos celebrando cada 6 de agosto), un heroico y expresivo
antecedente de lo que ahora llamamos Estado Plurinacional… Sólo por eso ya vale
la pena rememorar esa fecha.
Con la fundación de la Escuela Ayllu el significado del 2 de
agosto se complementa: la educación -entendida desde la organización de las
comunidades y desde sus derechos y necesidades- debería ser el resultado
principal de la rebelión y, de hecho, empezó a serlo en Warisata, hasta que la
cerraron. En todo caso, ese día, conocido como Día del Indio, quedó como una
fecha simbólica y digna de celebración.
Luego viene el MNR y la escoge para promulgar la Reforma
Agraria, una medida que puede considerarse decisiva porque acabó con el
pongueaje medieval que padecían nuestros pueblos indígenas y campesinos. Pero
ya percibimos una notable degeneración de su sentido porque esa reforma (que
como su nombre indica no era una revolución, que era lo que pedían los
compañeros del primer sindicato agrario, el de Ukureña, y que era lo que se
buscaba en Jesús de Machaca y en Warisata) incluía la propiedad individual de
la tierra, o sea, una desgracia a largo plazo...
Y ahora vienen y nos cambian el sentido del 2 de agosto con el
pomposo nombre de Revolución Agraria, Productiva y Comunitaria… ¿Cuál
revolución? ¿Qué cambio de estructuras se ha producido en el agro? El que
empezaba a producirse con la nueva Ley de Tierras y su aplicación por el
viceministro Alejandro Almaraz al final quedó en nada o en algo peor, como la
pausa que se le ha concedido al latifundio improductivo. ¿O alguien puede
pensar que es una revolución la deforestación masiva e implacable (cambio
climático incluido), acompañada del loteamiento impune de inmensas zonas productivas?
O ¿será revolución la introducción de transgénicos y glifosatos?
¿Se podría llamar revolución al hecho de que en estos momentos
la mayoría de nuestros campesinos y campesinas siguen trabajando a pérdida, de
manera que es difícil encontrar hijos de familias campesinas que quieran seguir
labrando la tierra? ¿Alguien podrá llamar revolución al hecho de que cada año
importamos una mayor proporción de alimentos, de manera que cada año -y ya van
más de 10- la soberanía alimentaria está más lejos de nosotros?
¿Qué es lo que ahora celebramos el 2 de agosto? por favor. Esa
"revolución” se dará cuando se acabe de verdad el latifundio, cuando
disfrutemos de soberanía alimentaria real, cuando los loteadores vayan a la
cárcel en lugar de pasar a ser dirigentes, cuando el precio que pagan los
consumidores por los productos agrícolas beneficie a los productores y no a la
creciente masa de intermediarios… Cuando los derechos de la Madre Tierra sean
realmente más importantes que los derechos humanos (y que la generación de
energía nuclear, y que la exportación de megavatios a costa de nuestra
Amazonía) ¡Y, por supuesto, cuando el Fondioc deje de ser un antro de
corrupción y se acabe la impunidad de sus verdaderos responsables!
Mientras tanto, sería más digno que el 2 de agosto celebremos la
insurrección aymara de Jesús de Machaca y la fundación de la Escuela Ayllu de
Warisata, incluso, la Reforma Agraria del 53, porque esos por lo menos eran
hechos reales.
Rafael Puente es miembro del Colectivo Urbano por
el Cambio (CUECA) de Cochabamba.
Fuente: Página Siete / La Paz /
Bolivia.
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