Gabriel
Salazar: De qué soberanía hablamos cuando entregamos la riqueza a los
extranjeros en masa
Gonzalo
Castillo | Miércoles 6 de mayo 2015 0:15 hrs.
El Premio Nacional de Historia se
refirió a los alegatos que sostienen Chile y Bolivia en La Haya por el
diferendo marítimo. En este sentido, plantea la necesidad de que los tratados
sean susceptibles de ser revisados y actualizados.
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A
partir de las 5 de la mañana, hora chilena, el equipo jurídico de Bolivia en La
Haya comenzará con sus alegatos en los que presentará sus argumentos para
sostener la competencia de la Corte Internacional de Justicia para conocer del
diferendo marítimo con Chile.
Mientras
se discuten los alcances y elementos jurídicos que rodean dicho proceso, en
Santiago el historiador y profesor de la Universidad de Chile, Gabriel Salazar
sostiene que es necesario que así como las leyes y Constituciones, los tratados
entre distintos Estados sean materia de actualización y revisión para
adaptarlos a las distintas circunstancias históricas que se van presentando
conforme pasa el tiempo, y no deben ser considerados de manera rígida.
Además,
el Premio Nacional de Historia 2006, señala que es incongruente por parte de
Chile hablar de soberanía, en momentos en que gran parte de nuestros recursos y
riquezas son entregados de manera expedita a intereses extranjeros.
Chile ha basado su
argumentación sobre el diferendo marítimo con Bolivia en la intangibilidad de
los tratados, y en general en el ámbito jurídico. ¿Es sostenible proyectar en
el tiempo ese argumento?
Así como
también las constituciones políticas tiene que ser también eliminadas para
dictar nuevas, como estamos viviendo ese proceso en Chile, creo que la
legalidad tiene una vigencia determinada, históricamente acotada, y lo mismo
vale para los tratados.
Yo creo que el tratado de 1904 y todos los tratados que
se firmaron con Perú y Bolivia, después de la guerra del Pacífico,
son tratados que, de alguna manera, establecieron las condiciones del
vencedor de la guerra, y establecieron un aparente statu quo, un tratado de paz, en el fondo, para que no
continuara la guerra, pero tendía a consolidar y rigidizar un estado de cosas
que no podía ser, sino transitorio.
Bolivia y Perú fueron derrotados, y en esa
condición tuvieron que firmar los tratados respectivos, y perdieron lo que
perdieron. Pero eso tiende a cambiar con el tiempo. Las fronteras fijadas de
esa manera, están acotadas a una situación determinada, y con el correr del
tiempo, pienso yo, como historiador, la historicidad exige muchas veces, que
esos tratados sean revisados, y sean actualizados, porque la condición de
vencedor/vencido, es una situación del momento, es epocal, digamos diez o
veinte años, pero no eterna.
Entonces
creo que el alegato chileno en La Haya es un alegato que se aferra a la
permanencia perpetua de los tratados, entonces tiene la debilidad
justamente de que no reconoce que los procesos históricos van cambiando y se
van transformando en el tiempo, y a la vuelta de ciento y pico
años es evidente que las condiciones entre Chile y Bolivia han cambiado.
Creo
que por ese lado el alegato chileno es muy patriotero, quiere rigidizar las
cosas y mantener la condición de vencedor en el tratado, y eso creo que está un
poco en el aire, porque las cosas cambian y requieren que todas las leyes deban
ser actualizadas en algún momento.
¿Qué le parece la estrategia de
Bolivia de llevar su demanda marítima a la Corte Internacional de Justicia de
La Haya?
La
estrategia de Bolivia, pienso yo como historiador, está
bien concebida desde el punto de vista que ella,acoge lo que estaba
planteando, es decir que los tratados necesitan ser revisados, después de cien
años en que las cosas cambian.
Ahora es un hecho real, concreto y rotundo, que
Bolivia se quedó sin mar después de esa guerra y de ese tratado. Y en este
mundo actual, que está globalizado, donde las comunicaciones son ultra rápidas,
internet, el mundo está convertido en una aldea. Y mientras más globalizado
estemos, mientras más aldea mundial seamos, las fronteras valen menos, como en
Europa.
En Europa existen las fronteras y se respetan los tratados, pero la
gente pasa y traspasa encima por un tema de la ciudadanía de toda la Unión
Europea. Entonces es realmente inconcebible que en América Latina, en donde
todos somos hispanoamericanos, hablando el mismo lenguaje, tenemos la misma memoria,
la misma tradición, no tengamos una unidad como país que relativice la
importancia de las fronteras, y yo creo que desde esa perspectiva de un mundo
globalizado, de países vecinos que necesitan interpenetrarse e
integrarse para producir su desarrollo común, necesitan revisar sus tratados a
efectos de lograr esa unidad. No es cuestión de darle soberanía a Bolivia y
nosotros quedamos menoscabados, eso es un lenguaje decimonónico.
Creo que ahí
radica la debilidad chilena, los bolivianos tienen la ventaja de que están
pidiendo la actualización de un tratado en función de razones válidas, que en
rigor son válidas.
¿El general de la sociedad
chilena tiende a identificarse con el discurso o visión de las élites sobre el
tratamiento de los problemas entre Chile y Bolivia, tanto en los tiempos de la
guerra del Pacífico como cada vez que resurge este tema?
Sí y
no. Porque es un hecho que el Ejército que ganó la guerra del Pacífico, o los
ejércitos que ganaron la guerra, estaban compuestos de rotos, y los rotos en esa
guerra no perdían ni ganaban nada. Simplemente ellos los llevaron para pelear y
murieron por miles y miles, y los que se beneficiaron fueron, en definitiva, la
élite empresarial chilena y la élite empresarial inglesa, con otras
nacionalidades que estaban involucradas en la cuestión del salitre. Fue una
especie de capital internacional que se fue metiendo ahí, con mayoría inglesa y
con minoría chilena, en última instancia.
Entonces, los rotos, de hecho,
combatieron por principios y conveniencias que no eran las de ellos, sino de
las élites, e incluso élites internacionales. Y dieron la sangre, y ganaron la
batalla y se prestigiaron como ejército de rotos, por eso el Ejército chileno,
después de la guerra del Pacífico, quedó prestigiado a los ojos de los mismos
rotos, porque ellos ganaron esa guerra, eso está claro. Todas las descripciones
de las batallas nos revelan que gracias al empuje de los rotos, los
mineros, se obtuvo esa victoria.
Entonces, pasa que el pueblo chileno se
prestigió a sí mismo, a través del Ejército en esa guerra, y en esa medida, al
prestigiarse a sí mismos, también le dio el apoyo a la élite, entonces eso es
complicado, por un lado, porque las glorias del Ejército, que son las glorias
del Ejército de rotos, son las de Chile y nadie quiere negar esas glorias, pero
en la práctica, más allá de la guerra, más allá de los intereses capitalistas,
en el norte de Chile conviven peruanos, bolivianos, chilenos y tenemos peruanos
aquí en grandes cantidades en Santiago, estamos cada día comiendo más cocina
peruana.
Entonces, lo que pasa es que hay integración real de los pueblos, pero
no de los Estados, y no de las élites que se agarran de los Estados, y lo que
pasa en Bolivia y con su pueblo es que es obvio que ellos no tienen mar, y les
duele que les hayan quitado la provincia que tenía acceso al mar, entonces el
pueblo boliviano apoya, en ese sentido, las pretensiones del Estado boliviano,
pero eso no significa que se identifiquen con las élites.
Es un problema real
para el país, sin lugar a dudas. La cosa tiene muchos bemoles. Un historiador
social tiene que preocuparse de todos los aspectos del problema, y no sólo del
tratado en sí. Hay que recordar que en esa época Chile entregó soberanía
gratuitamente. La patagonia, la puna de Atacama, y ese tema no se toca en
Chile.
Qué le parece que se hable de
soberanía marítima, en momentos en que en Chile el mar está prácticamente
privatizado
Hablamos
mucho de soberanía chilena sobre el territorio, pero resulta que la soberanía
nacional, por ejemplo sobre el agua, el agua está privatizada, entonces dónde
está la soberanía ahí.
Poco a poco los ríos están siendo privatizados. El cobre
de hecho está privatizado, a pesar de que una parte es de Codelco, pero la
mayoría está en manos extranjeras. Entonces qué tanto hablamos de soberanía,
cuando estamos entregando la riqueza de este país a los extranjeros en masa.
Hasta la educación. Están apareciendo universidades extranjeras dentro de Chile
que se están apoderando de ciertos procesos educativos. Hay incongruencias en
todos estos planteamientos. Yo creo que la frase del Presidente boliviano fue
muy buena, “qué tanto hablan ustedes de una democracia dinámica si no hay
cambiado la Constitución de Pinochet”, lo encontré genial.
En una entrevista hace algún
tiempo, usted mencionó que Chile, teniendo un amplio litoral, debería ser
capaz de entregar alguna porción a Bolivia.
Mirado
históricamente, el tema de la costa, también es un contrasentido, porque Chile
con 4 mil 200 kilómetros de costa, ya a comienzos del siglo XIX, 1830 por
ejemplo, cuando no estaba el canal de Panamá, ni se podía navegar mucho por el
cabo de Hornos, Chile era el país de la costa del Pacífico que podía haber
estado destinado a conquistar los mercados del Pacífico: China, Japón,
Filipinas, la India al frente. Por tanto, la vocación de un país que tiene
4 mil 200 kilómetros de costa es una vocación marítima.
Y Chile
estaba destinado, por ubicación geográfica e histórica, en ese tiempo, a
conquistar el Pacífico, pero no. Los gobiernos de Portales, de ese
período, les entregaron el Pacífico a los ingleses, y le convirtieron
a Valparaíso en la base de operaciones para que los ingleses conquistaran el
Pacífico, en cambio Portales y compañía se preocuparon de quitarles un par de
provincias a los peruanos y bolivianos. Entonces, no utilizaron la costa como
un criterio para desarrollar el país, porque fue una conquista territorial
tierra adentro la que se hizo hacia el norte.
Entonces seguimos teniendo 4
mil 200 kilómetros de costa más todavía que en 1830, y qué más da que los
bolivianos tengan un territorio para poner un puerto para embarcar y
desembarcar su mercadería. Hay una serie de contrasentidos en nuestra historia.
Si hubiéramos sido un país marítimo y que ocupamos toda la costa porque
dominamos el Pacífico, te creo. No les demos ni un milímetro de costa
a nadie. Pero no, este es un país de vocación terrícola. Si hasta Agustín
Edwards cuando se viste de chileno se pone un ponchito de huaso.
Fuente:Diario y Radio U.Chile.