”TOMASA”
Ed. Impresa Novela finalista del Primer Premio Internacional
de Novela Kipus 2014, “Tomasa”, del boliviano Decker-Molina, es analizada por
la también escritora Rosario Quiroga de Urquieta, quien observa: “Desde la voz
de un narrador-protagonista, un tema que desarrolló.
“Tomasa”, de Carlos Decker-Molina, y los exilios
Fuente: Por Redacción Cultura - Los Tiempos - 20/12/2014
Rosario Q. de Urquieta (*)
Carlos Decker-Molina, boliviano, radicado en Suecia desde el
1976, periodista de profesión, es el autor de “Tomasa”, obra finalista en el
Premio Internacional de novela Kipus 2014.
Percibimos que para Carlos Decker-Molina el periodismo ha
sido el arranque de su inspiración literaria y hasta pudiésemos afirmar que se
ha nutrido casi en su totalidad de esta su experiencia en el aprendizaje de la
escritura. Experiencia-aprendizaje que, en el caso concreto de “Tomasa”, ha
contribuido a concebir, gestar y dar a luz un organismo narrativo bien
ensamblado en las partes que lo componen –salvo algunos desniveles que le
restan fuerza al fluir anecdótico– que se concreta en una propuesta significativa.
Las bases de su proceso creador están en las referencias a la realidad tanto
inmediata como mediata.
Desde la voz de un narrador-protagonista, un tema que
desarrolla la novela es el exilio, por supuesto que éste no excluye otros; más
bien los apuntala.
En “Tomasa”, el exilio tiene varias fisonomías dentro su
carácter voluntario o impuesto.
Tomaremos la vida de Gualberto como eje generador en el
desarrollo de este tema. Gualberto, quien según el informe de la Policía sueca
es un refugiado político de América Latina, guerrillero revolucionario del
pueblo, registrado bajo el número de 530802-9159 y con los rasgos psicológicos
de un obseso depresivo.
Siguiendo el itinerario de vida de este personaje y en
consecuencia a los recurrentes desequilibrios emocionales que sufre por sus
carencias, deducimos que vive el síndrome del exilio. Exilio que grita desde
varias voces: ¿De dónde soy? Exilio de espacio, de pertenencia. Pérdida de
territorio que le dé identidad propia: “nací boliviano, luché argentino y moriré
sueco”.
¿Quién soy? Exilio del amor. Pérdida del calor y la ternura
maternas desde el tiempo de la infancia. Tiempo que dibuja el rostro de la
orfandad en las circunstancias ya vividas. “Mamay/ deja de mirar el
horizonte/que yo no soy yo. /Aquel que tiene tu piel/ es sólo una mancha de
sangre”.
¿Adónde voy? Exilio de futuro. La vida sin rumbo, sin
derrotero que se manifiesta en estados psicológicos negativos, destructivos
recurrentes en una dolorosa como crónica depresión que encarcela la esperanza
del reencuentro. “¿Si soy un fantasma en la vida, seré una realidad en la
muerte?”.
A “Tomasa”, personaje, la conocemos a través de terceras
personas: “La Tomasa era muy trabajadora… era linda, chaskañawi, valluna, de
buenas caderas, era chichera”. Hubiera sido interesante acercarnos a ella a
partir de acciones más directas, ejecutadas personalmente por ella. Quizá en
ese aspecto hay también la intención de sugerir el exilio de la palabra y la
acción en la mujer del campo en ese contexto de sumisión e ignorancia.
El tema y sus variantes se exponen a partir de historias
encadenadas, siendo disímiles en su estructura, no así en su importancia y
significación para el objetivo trazado. Las acciones se suceden en tiempos
diferentes, pero ubicadas en una época, en una circunstancia o país
determinado.
De ahí que, espacio, personajes y situaciones no son
constantes ni se producen en una linealidad territorial ni contextual; antes
bien, se intercambian, se entrecruzan, se confunden, se mezclan en busca de una
totalidad de contrastes que definan y perfilen mejor la situación concreta que
puede ser: cultural, sociológica, histórica, política o psicológica. En algunos
cuerpos narrativos, “Tomasa” adquiere ribetes de novela psicológica: Informes
de la clínica psiquiátrica donde es internado el personaje. Monólogos, poemas,
cartas, garabatos que el interno Gualberto escribe durante sus crisis
depresivas. Estos acápites merecen un estudio aparte.
A medida que avanza la narración los personajes se
multiplican extraídos de clases sociales distintas y de espacios territoriales
diferentes que Decker-Molina encadena a partir de realidades prefijadas:
Suecia, Bolivia (La Paz, El Alto, Cochabamba, Ucureña, etcétera).
El último escenario de la novela es un viaje de dos, uno se queda
(Gualberto) y el otro se desplaza (narrador), quien debe intentar encontrar las
raíces de procedencia, necesarias para el equilibrio emocional del amigo
Gualberto con quien comparte experiencias y nostalgias amatorias con Pía, al
buen estilo sueco. “Qué más podía hacer si en este país el amor no es propiedad
privada”.
El tiempo como producto de la conciencia humana y por eso
mismo dependiente de la voluntad, se lo concibe en la novela como constante
evocación donde: nada es pasado si lo evocamos, porque al recordarlo lo hacemos
presente y por proyección lo hacemos futuro. De esta manera, los episodios
narrados se hacen presentes. El relato se retrotrae. Hay una transcripción a la
época en que sucedieron. Así, los hechos y acciones se entrecruzan con las
historias enmarcadas en su propia dimensión temporal. La historia de Tomasa es
la historia de Gualberto y de Fidel (hombre de confianza del candidato Evo
Morales y después presidente), oportunidad para describir la concepción de
vida, manejo de la justicia y orden asentados sobre una base de explotación,
miseria y estancamiento moral y material.
Acordando que el mundo contemporáneo no acepta una visión
única, la presencia protagónica de hechos pide un subjetivismo fluctuante que
tiene dos salidas: la realista y la subjetiva.
El encandilamiento doloroso de la realidad insoslayable está
por encima del deseo obsesivo de escapar de esa muralla que encierra tiempo y
espacio inaugurales. La esperanza puesta en la búsqueda, siempre resulta
inútil. Entonces abre sus fauces el vacío existencial y en ese caldo de cultivo
el protagonista, Gualberto, sólo avizora como necesidad. “Una bolsa de
plástico/una cuerda más o menos larga/Si falla, tengo la alternativa de la
ventana”. “No vayas a mi encuentro/ Cuando te enteres… seré nada”.
“Tomasa” es la novela de los exilios sin escapatoria.
(*) La autora es escritora.